Yo te bailo a contratiempo sólo
porque el sonido de mi entendimiento viaja turbio y largo
por el espejo,
porque pareces lejana
y tu sola presencia
destroza el sonido pausándolo todo,
cifrando las notas en movimiento.
Y no llego jamás
a alcanzarte, mi danzarina sinsentido,
morfológicamente tiesa,
apesadumbradamente tiesa,
único el ritmo
que habita en tus caderas, en lo inesperado
de tus caderas.
¡Apaguen esa música, apáguenla! déjenla
que baile sola, que
aplauda, que cante, que silbe, que
invente desde el aire su propio ritmo,
para observarla águila el ojo,
expectante de descubrir lo que bailará
en la otra pista, más tarde cuando todo el sonido
sea su puso frenético, cuando colapsemos
luego de esta salsa hacia la otra como sangre.
Resultó ser de tomates, lo lamento.
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