Te debo confesar
que he sido vida en esta vida,
no he sido un vivo cualquiera
que corre perdido gastando su aire.
Que he ido hilando los recuerdos a mi antojo
y he sido pasado y consecuencia, que sólo yo
le incumbo a esta historia.
Confieso que no he muerto,
pero he sido muerte: en tinieblas
el juez indulgente de mi propia vida.
Fui más que uno alguna vez, más que yo,
viviendo en ella, siendo en ella, amándome
en ella y amándola en mí.
También he sido mi propio amante,
amándote, pretendiendo tenerla en ti
y me he amado en estos espejos
que son tus llorosos ojos.
También he traicionado
y lo siento.
No seré tu pañuelo.
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