viernes, 19 de octubre de 2007

Sumergiendo el encanto





Sumergiendo el encanto


Bendito el día en que te encuentro en la ebriedad,
en el lienzo blanco
del tiempo
donde incrustaré mis plegarias,
un río
de esos ríos que ni siquiera comienzan
porque en su esencia son ríos de sombra.


Tejamos el papel /
dos máscaras que insinúan la sangre
de la que bebemos viento, sólo aire,
nada más que aire,
esperando que se condense junto a un beso.


Nademos el caminar
de estos pasos que nos juntan, la imantación
aterrada ante el tic-tac
que viene llorando con un niño entre los brazos.


Respiremos pensamiento /
el ímpetu terco
que chispea entre arrecifes /
la memoria hecha ego /
insolubles querencias reprimidas
que desbocan en tus ojos
buscando desencanto:
adicción al polvo
que deslumbra en tus costillas.

domingo, 14 de octubre de 2007

Libremente




Se repite.
Se repite a sí mismo.
Se idolatra
oculto
en los ciclos abiertos.
Miserable.
Apuntando ciego
a algo allá,
a algo.
Algo le habla.
Voz
desde el silencio.
Locura / cordura.
Se repite.
Se repite a sí mismo:
no calla
el aire,
no calla.
La sangre clama
un mundo de colores.
Miserable,
se repite a sí mismo.

Compás Pausado





Compás pausado

:nosotros/
   dos alas
       rotas,
 dos lunas
  de aliento.

  Cegados
      de luz,
     viendo
   nuestros
       ecos
  ser cuatro.

     Un hilo
    de esos
     de caer.

    Vientre/
    un útero
    del cielo
     muerto
      sangra:
                                 nosotros.

    Invierno
        turbio
    con ojos
   de mimbre.

    Dos seres/
  dos átomos
     imantados
       de delirio.
                                              
                                     :nosotros.




Jamais Vu




Jamais Vu*

Se repite la escena.
El papel ponía que todo era otra cosa.
Un personaje inevitable, una causalidad para la risa.
Un cuarto de espejos donde las personas nos multiplicamos.
Una cama intacta en medio.

Todo se vuelve tan existencial, tan repentino
como el tiempo que se desvanece
en estas horas frágiles, en
el inmenso espacio entre nosotros
en este juego de acompañarnos
y sentirnos bien.

Me entregras entera la ciudad: cemento y luces,
gatos sobre tejados, nieves polvorientas,
cortometrajes esperando en cada esquina.

Me pierdo en el papel.
Nunca somos nosotros en estas manos,
somos sólo otra historia que se repite
que se dibuja perfecta, que se pierde apresurada,

sin escenarios, sin morisquetas,

sin importarle nunca nada.




*Jamais vu: En psicología, término usado para describir una situacion familiar que no es reconocida por el observador.

Ojos como enredadera

Ojos como enredadera

Recordarte
es recordar el charco aquella noche,
y era yo quizá el charco
y caía desde yo mismo.
Se podría decir que llovía a cántaros
desde las manos, desde mis yemas,
y el cemento era quizá una sábana
donde seguía pisadas, sangre seca, luces.

Recuerdo algunas luces: dormir sobre tu pecho,

el deshielo de tus labios, tu olor a noche,
correr en el caudal, hacer camino,
ser nube, llover a ti.

Ahora vienes breve con tus dedos torcidos,
acaricias un poco, sueltas encrespado tu aroma en el aire
que hace juego con -por ejemplo- tu vientre,
con esa boca que, sin querer, me dice locuras:
un paseo por donde sea, una conversación cualquiera.

Es que veo tus ojos como enredadera
y me ahogo en el rugido, en la sombra larga,
en el cosquilleo, el parpadeo,
el roce
que llama y no respondes...

sin darnos cuenta se viene la noche
con su aire torcido,
su tiempo callado,
su sangre seca
a


silenciarnos.

En lo inmenso


.
… encontrar también restos de mí en tus ojos,
ser un poco como uno, tú y yo, eco de nadie.
Abrazarte suave como si fuésemos todo, o como
si sólo fuésemos ahora, breves, respirables.
Esperar, construir el momento,
incendiarlo todo y ser de papel,
continuar ceniza, continuar
presentes en el acorde mayor, y ser tú y ser yo
en la vibración de miradas, en el cruce
de ningún círculo, de ninguna parte, de
nuestros cuerpos que son como dos.
También encuentres
restos tuyos en mis ojos y sea verdad
también que todo cambia, que todo
se permanece siempre, lo uno,
lo otro: también perder …

Bajo la Luna



Bajo la Luna

Gastemos las ansias esta noche,
bailemos descalzos, apolillémonos
en la hoguera de las miradas, ardamos
en la obsesión perfecta
del cuerpo, como si fuésemos casi dos,
como ceniza y más ceniza
del final del final, la muerte
nos toque la guitarra, bailémosle
a la muerte: eso que calla
orbital en la danza eterna del origen,
aire del aire remando en la luz
del tiempo, del destiempo
que me hace en este costado más frío.
Me resumo a mi átomo, me inmolo,
te violo en tinieblas y sales definitiva
de otro génesis, de otra costilla, de otro
costado distinto, me hablas, me vibras
triste un poema de tierra,
un pulso
frenético en el silencio, distante
en la inmensidad de todo esto: y soy yo, y
eres tú y
bailamos obsesos bajo la luna.

Empieza algún abril



Empieza algún abril

¡Ay! que derroche la luz, !ay!
qué estridencia sonora, qué
sonido, dónde, cuál, quién...

Sencillamente cualquiera, sencillamente
la que camina ahí, la que
corta esas flores, la que profunda
en su profundidad única entrega abriles a destajo,
enraíza las ansias
que de ella misma alberga,
las clava profundas, me riega despacio y abril
soy yo mismo desde los ojos,
que miran profundo y se pierden
de abriles pasados, de otoños
igualmente amarillos.

Todo ésto será porque tú:
tú: el aire, tú
noche, tú: vacío, tú: yo, tú:
tiempo, única lucecita: tú.

Sencillamente porque nadie...
de prisiones
y asombro hablo: tú
recostada sobre el toldo del mundo.


Amor Breve

Me siento oscuro al contemplarte,
soy mi sombra infinita
bailando furioso en la hoguera que son tus labios
que son tus ojos, ventisca
de fuego o hierba, de los pies
a lo infinito del infinito, génesis
del parto aullante.
Sólo en tu piel podré encontrarme un poco, soñar contigo,
poder quizá decir mañana y la maravilla exista,
y tú renazcas
como otra maravilla desde tú misma,
deslumbrante,
y quizá
yo sea yo mismo, y arda en ti,
y esta llama sea otra hoguera.

Mirarte en cascada



Mirarte en cascada

Arriba
la ilusión, arriba
el encanto,
más arriba

las nubes, gotitas
precipicias

por apuro
de mojarte, de

sacar de ti

ese olor
a tierra húmeda,

muy arriba
en tu frente hay una estrella
y eres casi tú
la que sube

poco a poco,

y caes
y río
abajo vas bajando
por tu pelo, tu

cintura,
tus caderas,
abajo
como encanto, como
fuera de ti,

que estás
en otra parte
más cercana,

más al centro,

y te hurto
para siempre
tu hermosa
figura

Pronóstico del Tiempo

Vacíame la noche en la cabeza
para por fin despertar de manos, tantearte
a diestra y siniestra
como quien esculpe algo incierto.
Una vez acabada la faena súbete a mi espalda
por favor, sólo unos meses,
te llevaré a la plaza de las palomas y ahí abriré los ojos,

te diré algunas palabras y lo incierto
quedará en las nubes.
Leeré en las migajas:
inevitablemente lloverá mañana.

Pulso es aire (¿o al revés?)


Grande la inhalación preciosa para dejar por sentado que todo plazo se nos cumple por más impulso que se tome que el salto de un lado al otro de pensamiento a sexo a palabra ida y vuelta nos devuelve no un mar sino un vaso de aguas lluvias de cielo despejado agua nebulosa estelar red de jalar pescado de un vaso de agua sin vaso para contener ansia ni respiro ni el otro respiro...

Nos agotamos
poco a poco.

Luego vienes desnuda:
¡AIRE!

Y caemos en la cama,
y eso sí es asfixia:

ojolabiocuellosenombligoclítorismuslorgasmo

y eso es otro génesis.

Entre tinieblas



Entre tinieblas

Para hablar contigo tuerzo el aire
hasta mi nuca, recuerdo
el verano ése y el lago umbrío, la cascada
en donde todo fue arrojamiento y piedra,
el mundo que eran tus labios, tus
manos pequeñas.
Para hablar contigo tuerzo el aire, podo
cincel abajo mis raíces,
digo diecinueve por tus ojos,
por tu sonrisa diecinueve, diecinueve
anillos ocultando, trabando entrañas
ligeras de trabar, silabeo
por ejemplo aire y digo rocío siseando
y quedo atrapado ahí, brotando flores. Diecinueve.
Todo torbellino alza el polvo.
Dialogando en este juego de querernos
tuerzo el aire, lo retuerzo
para imantar tu voz de la ultratumba, para olvidar
que estás aquí durmiendo, placenteramente durmiendo,
y devorarte como sólo devora la noche
Dime: -aire,
¿por qué me amas? Noche,
¿estás ahí?.
Las tinieblas serán mi mensajero.

Obseso Repetitivo

Me gasto en la urdimbre sinuosa
de tu cintura.
En lo solitario de esa cintura que no está me gasto.
Viene el telar de hilar estrellas remotas,
de hilar reflejos lunares, de urdir
tu tersa piel de nuevo, de someter-
me a cavar y cavar el foso con las uñas y
arrojarme, patéticamente arrojarme
a ver las estrellas;
y me gasto.
¿Serán las edades venideras seguir
bebiendo de tu calostro y navegar
por esta vía láctea
abrazado a tu cintura?
Froto piedra contra piedra y me gasto.
Cae la tormenta y me gasto.
En cada esquina no estás y me gasto.
Tomo el pisco de rigor y me gasto.
Espero a Nadie que no viene y me gasto.
En lo solitario
de esa cintura que no está me gasto.

Ensueño, rafting y figura.

Es en las noches desoladas y lluviosas
noches australes, donde emerge
de lo oscuro la silueta tuya, tu silueta felina
de primer agosto, negro
el pelaje lunar, iracundo el zarpazo
a mis espaldas como brisa, como el aire
que me roza ahora con tu furia, te yergues
rabiosa, renace
la puma hambreada.
Te dibujo parpadeante en el aire, remando
Río Backer abajo entre sueños, viviendo
el peligro ese que es tu figura inexistente en los años
que te alejan, los años
que te asesinan, que te metamorfosean
en una animala distinguida, respingado tu orgullo
en lo alto
de no sé dónde allá, irreconocible.
Así voy canoa abajo entre rápidos estáticos,
espuma y estrellas,
por doquier espuma y estrellas,
maravilla del génesis presente, tú,
la oscuridad alrededor,
tú la oscuridad.
Olor a musgo asoma, a ciprés, a humus olor,
gusto a parto eterno en el aire,
umbilical aire, rugiente el bosque amniótico, convulso
el útero del cielo desangrante. Ya viene,
ya viene tu figura.

Esperanza



Esperanza

Cuesta abajo ruedan los gladiolos al atardecer,
emigran las caricias cuesta abajo
hasta los confines olvidados donde asoma
la esperanza
en los ojos umbríos, negros ojos, ruedan
los deseos de vivir este día, el ímpetu
joven que debería ser, ruedan y ruedan
recuerdos dormidos, tiempo rueda abajo
al crepúsculo.
Todo esta en la rueda del juego, este juego
que es estar y no estar, es el juego
de tu cuello blanco, oh blanco cuello
que me seduce por loor a la figura absoluta
de lo aéreo de la ausencia, si ése es el juego:
el aire,
un metro cuadrado de aire;
y algún ocaso
para recordarlo.

Mortal Amor

Mortal Amor, eso eres, lo uno
y lo otro desde mucho antes
de estar yo aquí, de
una vez engendrado devorarlo todo
para morar en lo ínfimo/inmenso del ser que es uno,
desde mucho antes que tú que viniste antes
aquí al mundo a parirlo todo.
Mortal, letal, fatal, todo eso al espejo dibuja esta cara
deseosa de la libertad de tu sonrisa
para vivirlo todo, para obsequiarse
grata y reluciente por doquier: -nazca
primavera, y nace.

Sexo o Diazepán

Uno va y vuelve, ahí a la punta del cerro como si nada,
lo mandan y uno va, cabizbajo
pero va.
Qué se le dice a la Diosa, qué le reniega uno
que es un mortal atrapado, un salmón
volviendo al origen mismo del deseo, ansioso
de mirarla, de tocarla, degustarla
hasta lo más austral de su ser, qué
le dice uno a ella, a su esbeltez, a su paupérrima palabra,
a su terco afán de dominatriz latigueante, qué.
El poseso es uno, ambicioso
del brevísimo segundo ese de sus ojos noctópatas,
para ser y más ser, para revenir
puberazo en el portento rugiente del orgasmo, acicalarse
del abismo unos segundos.

Umbilical



Umbilical

Fuera de ti eres más tuya que mía,
te vuelves difusa, espectral,
caricia de humo, caricia invisible,
todo lo sometes al terror
de la inmensidad,
para ver lo otro con los ojos del moribundo,
sin mortaja de cuerpo, sin
soñar ni creer en nada, visiones
carmesí.
Ah nada quedará, nada,
todo es el breve segundo del desarraigo
para devenir humano antes que humano
al miedo absoluto, uno quiere
volver al cordón.

Beso

Salmuera tiempo-espacio son tus besos,
labios de aurora antártica, beldad
universalmente mía, aire son
aquellos besos.
Yo fui el socavón devoralotodo, arrásalo-
todo, yo fui
el de mirada cavernosa, yo.
No hay
telepatía entre los dos, no hay tierra
que me pulse tu existencia aquí, nada
es lo que hay y ahí termina todo.
Murió mariposita juguetona, murió
crepúsculo, murió vernal, rosa de existir
murió, queda
supernova del beso y
brilló el encanto unos segundos
en la sábana, eso es lo que hay
y un cigarro. Uno sueña
que es un beso de aquellos
besos.

Acariciable



Acariciable

Cómo hacer para observarte a la luna, ahí sola,
como la potra que eres, fierasangre,
para saciarme entero de miedo, sentado
a treinta escasos centímetros.
Qué polilla no bebería tus ropas para
empacharse encantada ahí, de tanto brillo,
de tanta sobrevida que se te escapa por los poros
a tus escasos 19, “escasos” por lo de no-te-alcanzan claro,
para retratarte cenicienta, betónica, polvorosa.
Intramundo parido, al vuelo
eres intramundo parido, soledad de cóndor, allá
revoloteando arriba, los mismos ojos y
así las garras sutiles del desgarro.
Quién te viera ahí a tres cuartos de noche, deslumbrante
el pezón de amamantar, la caricia turbia ahí
donde duele, ese aspecto
de estatua nacarada, quién. Virginalidad
es lo que exudan tus ojos para oírte de lleno
con el tacto erógeno tu voz pre-sonora
intuyendo la mentira encantado, eso es
decirlo todo del aura que te rodea como a la luna
esa que anhelo, viciosa
de esta hambre ronca.
Tremenda soledad en tus ojos.

Imaginaria

Sueño despierto una rosa
que jamás te regalé, sueño despierto
que estoy contigo soñando
algo como si fuésemos uno
allá en el futuro, los brazos abiertos
al viento.
Llamo tu nombre en silencio
para que me escuches
tú, la que esta dentro mío, responde
a mis demandas, no seas
como aquella que huída se hizo aire allá
el verano ese.
Insistes en ser aquella, que me arroja
igual que tú, igual
de perfume, igual de
suavemente yemas, igual pero
imaginariamente mía o tuya que eres
siendo sueño mío, alma
tuya que es. Acepta
una rosa tan sólo.

Noviembre 30


Más sucia que tú no hay nadie, quizá
la habrá.
Más sucia que tu obstinada perversión
más grande que la imaginación de lo sideral
que no nos habita, quizá
habrá.
Hubo suciedad en tus palabras
más que en tu entrepierna, hubo
más mentiras pseudopiadosas que negación
de tu acto, de
tus actos
sucios,
por no decir puercamente sucios
de mentir y follar por las ídem
a varios, cientos, miles
de otros.
Yo te acariciaba como a una virgen, yo
te besé con tranquilidad porque quería planear en ti,
oh mi inversión en aire futuro, yo era
el de las esperanzas,
tú,
fuiste la puta
que se río de todo.

Azar

Todo esto debería ser azar,
azar de
espejismos mentales sobreexplotados:
sino de esa estrella allá que me titila; a ver
si acierto y mi embarcación va derecha
(da igual si es correcta la estrella).
Dado por la dicha, dado
el rencor que me posee, si al final
todo es de uno y punto:
chancho seis y un paso adelante
al abismo.
Azarosa eras tú, azar y
premoniciones demoníacas, mi bella,
oh esas noches respirables, ritmo,
todo era ritmo, presente
era todo lo que había, dado
de lanzar y a ver
qué imponía el juego ese de nosotros,
oh avezado canibalismo.
Azar era esa belleza tuya, tan lunar
de sus sombras y tu pálida piel, de
tus ojos estelares nacarados: Azar de vivir.
De eso busco por los bares,
no quiero la lotería.

Paupérrima.



Así te gusta que te hable,
así te gusta,
y si me pongo algo insociable
te disgustas.
Que respire hondo y que no pare,
que te diga que te amo desde siempre,
que con todo bella te compare
y que suene como leche, leche, leche.
No es mi voz,
no es mi voz,
esto es sólo un eco atroz,
una sesga sin mi hoz.
Que te llene de regalos
que te amen en mi ausencia,
que los pinte adornados
y que suenen a inocencia.
Una rosa respirable
que te arome sin piedad,
mármol pétreo/palpable
que te muestre suavidad.
Primaveras, primaveras, primaveras,
bañadas de floridos manantiales
que te encierren y te amen lisonjeras,
que te palpen tibias sus vocales.
Así te gusta que te hable,
así te gusto,
y no me mires con disgusto
que me siento miserable.

No seré tu pañuelo

Te debo confesar
que he sido vida en esta vida,
no he sido un vivo cualquiera
que corre perdido gastando su aire.
Que he ido hilando los recuerdos a mi antojo
y he sido pasado y consecuencia, que sólo yo
le incumbo a esta historia.
Confieso que no he muerto,
pero he sido muerte: en tinieblas
el juez indulgente de mi propia vida.
Fui más que uno alguna vez, más que yo,
viviendo en ella, siendo en ella, amándome
en ella y amándola en mí.
También he sido mi propio amante,
amándote, pretendiendo tenerla en ti
y me he amado en estos espejos
que son tus llorosos ojos.
También he traicionado
y lo siento.
No seré tu pañuelo.

Salsa

Yo te bailo a contratiempo sólo
porque el sonido de mi entendimiento viaja turbio y largo
por el espejo,
porque pareces lejana
y tu sola presencia
destroza el sonido pausándolo todo,
cifrando las notas en movimiento.
Y no llego jamás
a alcanzarte, mi danzarina sinsentido,
morfológicamente tiesa,
apesadumbradamente tiesa,
único el ritmo
que habita en tus caderas, en lo inesperado
de tus caderas.
¡Apaguen esa música, apáguenla! déjenla
que baile sola, que
aplauda, que cante, que silbe, que
invente desde el aire su propio ritmo,
para observarla águila el ojo,
expectante de descubrir lo que bailará
en la otra pista, más tarde cuando todo el sonido
sea su puso frenético, cuando colapsemos
luego de esta salsa hacia la otra como sangre.
Resultó ser de tomates, lo lamento.

Níveo instante sonoro



Níveo instante sonoro

Ella ya ruge bajo mis pies cuando voy
llegando a casa, blanca,
pura, impía… la nieve.
Faltan unos metros
y la cojo entre mis manos, la beso,
la lamo, la devoro, la bebo y
veo como nieva… recordando cuando nevaba.

Eras tú, aquella noche quejumbrosa.

Eras tú, y no la nieve,
la que rugía, la que
yo lamía y devoraba y bebía, y caías
de nuevo.
Mis labios fueron en ti, mi boca
fue en ti, mi lengua
fue en ti…
y te deshacías… lentamente,
en cada exhalación que te rozaba
te deshacías, en la confluencia
de tus piernas te deshacías
saciada entera, amada entera.

También rugías
suavemente.