lunes, 28 de noviembre de 2011

El Don de la Presencia

No sé qué sostengo en esta frente
o mejor qué la sostiene,
si eres tú, o no eres tú,
si es algo intangible o quizá nada.
“Cóncavo de cosmos” siempre digo,
pero tu figura me desborda,
es que en este lente blando eres todo aquello
y tu nombre son todos los nombres
y tu olor todos los olores
y tu tacto
todos los tactos existentes, umbilical
del origen tu figura 
acarrea sus restos de nada.

O es quizás que todo esto
es árbol y ciclo,
ciclo turbio:
vamos desnaciendo
convulsos como el aire,
sabemos que todo es lo mismo,
que ahí esta el Fin,
que este tiempo es un engaño,
que el don de la presencia nos sostiene a ambos,
que no sé si soy yo u otro
o estoy partido,
o no me veo,
o no me quiero ver,
y ahí estas tú 
como un espejo perfecto,
como este lago inmenso
al que no le alcanza
para ser tú, para traerme de vuelta
para sentirme despierto
y volver al origen
de todo esto:
dormir en tus brazos.








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