Todo está en este esquema del amor:
la imantación sugestiva de los espejos divergentes,
que se apreten las vísceras
intentando lograr escenas de filme romántico,
nadar en la proxemia
con el único fin de escapar a otra historia,
también perderse loco
en la concavidad de nuestros cuerpos,
lamentablemente también la lana
que nos arrancamos y luego vestimos.
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